La migración irregular es un fenómeno que afecta a millones de personas en todo el mundo, y América Latina y el Caribe no son la excepción. En la región, son muchas las personas que deciden abandonar sus países en busca de mejores oportunidades económicas, mejores condiciones de vida o simplemente para escapar de la violencia y la persecución política.

Sin embargo, a pesar de las múltiples razones que llevan a las personas a migrar de forma irregular, cada vez más gobiernos de la región están optando por criminalizar esta práctica. Esta tendencia a la criminalización de la migración irregular se ha manifestado en políticas cada vez más restrictivas, como la construcción de muros en las fronteras, la militarización de las mismas y la detención y deportación de migrantes.

Uno de los problemas más graves que ha surgido como consecuencia de esta tendencia es la violencia en las fronteras. Los enfrentamientos entre migrantes y fuerzas de seguridad en los puntos de entrada y salida de los países se han vuelto cada vez más comunes, y en muchos casos han resultado en heridas e incluso la muerte de personas que simplemente intentaban buscar una vida mejor.

Además, la criminalización de la migración irregular también ha llevado a un aumento en el tráfico de personas y la explotación de migrantes por parte de organizaciones criminales. Muchas personas que deciden migrar de forma irregular se ven obligadas a recurrir a traficantes de personas para poder cruzar las fronteras de forma segura, lo que les expone a todo tipo de peligros y abusos.

Es importante recordar que la migración es un derecho humano fundamental y que todas las personas tienen derecho a buscar una vida mejor en otro país. Criminalizar la migración irregular solo empeora la situación de las personas que ya se encuentran en una situación de vulnerabilidad, y no resuelve los problemas que llevan a las personas a migrar en primer lugar.

En lugar de criminalizar la migración, los gobiernos de América Latina y el Caribe deberían buscar soluciones que aborden las causas subyacentes de la migración irregular, como la pobreza, la falta de oportunidades económicas y la violencia. También es importante que se respeten los derechos humanos de todas las personas, independientemente de su estatus migratorio, y que se promueva una migración segura, ordenada y regular en la región.